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La época estival trae consigo cambios en la alimentación, la rutina y los hábitos de vida que pueden comprometer la salud digestiva. El aumento de comidas copiosas, grasas o ultraprocesadas, unido a la mayor ingesta de alcohol y bebidas gaseosas y a la reducción de la actividad física, puede alterar el tránsito intestinal y afectar al equilibrio de la microbiota.