La época estival trae consigo cambios en la alimentación, la rutina y los hábitos de vida que pueden comprometer la salud digestiva. El aumento de comidas copiosas, grasas o ultraprocesadas, unido a la mayor ingesta de alcohol y bebidas gaseosas y a la reducción de la actividad física, puede alterar el tránsito intestinal y afectar al equilibrio de la microbiota.
La microbiota intestinal, responsable de más del 70 % de los microorganismos del cuerpo humano, cumple funciones digestivas, inmunológicas, antiinflamatorias y neuroreguladoras. Su desequilibrio se relaciona con molestias frecuentes como acidez, hinchazón, estreñimiento, gases e incluso alteraciones del estado de ánimo a través del eje intestino-cerebro.
Datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan que en 2023 las enfermedades del aparato digestivo fueron la principal causa de hospitalización en España, superando a las cardiovasculares y respiratorias. Además, según el Cigna Healthcare International Study, solo un 35 % de la población adulta sigue una dieta equilibrada, cifra que apenas mejora entre los mayores de 60 años (38 %), lo que refuerza la necesidad de una intervención sanitaria preventiva.
Recomendaciones desde la farmacia comunitaria
Desde la farmacia, los profesionales pueden promover medidas clave para mantener la salud digestiva y prevenir desequilibrios intestinales durante el verano:
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Asegurar una buena hidratación: Las altas temperaturas y la sudoración incrementan el riesgo de deshidratación, que puede afectar al tránsito intestinal. Se recomienda una ingesta diaria de entre 2 y 2,5 L de agua en mujeres y entre 2,5 y 3 L en hombres, incluyendo frutas y verduras con alto contenido hídrico (sandía, pepino, tomate).
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Fomentar el consumo de fibra: Aumentar la ingesta de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales mejora la motilidad intestinal y sirve de sustrato para las bacterias beneficiosas, favoreciendo la producción de ácidos grasos de cadena corta con efecto antiinflamatorio.
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Recomendar probióticos y prebióticos: Los probióticos presentes en alimentos fermentados como el yogur, kéfir o chucrut, y los prebióticos naturales (alcachofa, cebolla, plátano) ayudan a preservar la diversidad bacteriana y mantener el equilibrio intestinal. También se pueden valorar suplementos simbióticos en pacientes con necesidades específicas.
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Evitar ultraprocesados y exceso de alcohol: Las grasas trans, los azúcares simples y el alcohol alteran negativamente la microbiota y la mucosa intestinal. Se recomienda priorizar alimentos frescos y grasas saludables como el aceite de oliva virgen extra, reconocido por la EFSA por su acción antioxidante.
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Promover el ejercicio y el control del estrés: La actividad física moderada mejora el tránsito intestinal y la diversidad microbiana. Además, el control del estrés mediante técnicas como mindfulness o meditación puede reducir los niveles de cortisol y favorecer el eje intestino-cerebro.