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Si bien la escasez de ciertas medicinas ha sido un problema recurrente a lo largo de los últimos años, este se agudizó con la pandemia de la covid-19 y el estallido de la guerra en Ucrania. Además, a ello se unen otros factores habituales, como la falta de rentabilidad de ciertos fármacos, el encarecimiento de las materias primas o el incremento puntual de la demanda, entre otras. Esta confluencia de circunstancias desembocó, el invierno pasado, en serios problemas para obtener productos como la amoxicilina o el paracetamol en países europeos como Reino Unido, Francia o España.