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La investigación en epigenética ha demostrado que el envejecimiento cutáneo no depende exclusivamente de la herencia genética, sino que también está influido por factores externos, incluyendo hábitos de vida y exposición ambiental. En este contexto, la actividad de los genes asociados a la regeneración y juventud de la piel disminuye con la edad, contribuyendo a la pérdida de firmeza, elasticidad y luminosidad cutánea.










