Impulsado por ESTEVE y en colaboración con ÁGORA Sanitaria, el curso CONFÍA está diseñado y pensado, precisamente, para ayudar al farmacéutico a detectar los casos de trastornos del estado de ánimo y a abordarlos de forma más eficaz. Con expertos en la materia y un programa muy práctico, la segunda edición empezará el 9 de febrero.
Hoy, el 75% de las personas que acuden a la farmacia en busca de consejo tiene algún síntoma relacionado con una alteración leve de su estado de ánimo, una situación totalmente reversible si se aborda eficazmente. Y el farmacéutico comunitario, como agente de salud y por su proximidad al usuario, puede y debe desempeñar una labor clave.
Falta que el farmacéutico actualice sus conocimientos. Sobre todo en lo que se refiere a los protocolos de actuación, es decir, saber cuándo dar tratamiento o derivar la consulta al médico, y también sobre cómo identificar los posibles casos y las distintas alternativas de tratamiento que pueden ofrecerse desde la farmacia.
Los problemas laborales duplican en número a cualquier otra causa por desánimo
Casi la mitad de los profesionales que han participado en CONFÍA afirman que, de media, reciben una consulta al día por alteraciones del estado de ánimo. La gran mayoría están relacionadas con problemas laborales, de hecho, esta causa duplica en número a cualquier otra. Sin embargo, también destacan las consultas de gente mayor, personas con medicación crónica, cuidadores, jubilados, madres jóvenes, gente que hace dieta o estudiantes. En este último colectivo los farmacéuticos señalan que cada vez son más quienes lo padecen y que parece que son los que más dificultad presentan.
El perfil también incluye un amplio espectro, desde altos cargos de empresas hasta amas de casa, desempleados, familiares de pacientes, mujeres en edad menopáusica, personas con problemas sentimentales, parejas jóvenes que llevan poco tiempo de convivencia o personas que están atravesando un proceso de cambio o de deshabituación.
Entre los signos o síntomas que ayudan a identificar el decaimiento, normalmente el cansancio es el más habitual, seguido por otros como la apatía o desgana, la alteración del sueño, la tristeza o la falta de apetito, por ejemplo.