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Pocas medidas para combatir el calor extremo que nos acecha en estos días son tan efectivas y naturales como darse un baño o una ducha fresquita. No sólo se trata de exponer nuestro cuerpo durante unos minutos a la menor temperatura del agua, sino de conseguir un efecto más duradero, el mismo que nos proporciona el mecanismo natural del sudor: cuando el agua de la superficie de la piel se evapora, el calor se disipa.