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La pobreza farmacéutica: ¿Comer o medicarse?

La ONG Banco Farmacéutico afronta la pobreza farmacéutica, que alude a aquella circunstancia en la que la falta de recursos de personas en vulnerabilidad implica renunciar a la medicación para poder atender otras necesidades básicas.

Artículo escrito por Banco Farmacéutico, ONG dedicada a combatir la pobreza farmacéutica, publicado en Farmaventas 169.

La realidad es ésta: el 3% de la población española dejó de adquirir medicamentos prescritos por el Sistema Nacional de Salud por motivos económicos (Barómetro Sanitario del CIS, 2018). Es decir, 1,4 millones de ciudadanos españoles sufre la desconocida lacra de la pobreza farmacéutica. Las cifras empeoran si atendemos a los estudios elaborados en los Informes FOESSA, elaborados por Cáritas; y por EAPN-ES (Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español), en el Informe AROPE, sobre el estado de la pobreza. 

Es de sobras conocida la incidencia negativa que tiene la pobreza en el estado de salud de las personas que la sufren. Así, según el Informe publicado por EAPN-ES en 2019 titulado “La desigualdad en la salud” el porcentaje de personas sin recursos o en estado de pobreza que consideran que su salud es mala o muy mala es del 11,4%, cifra que prácticamente duplica el 6,6% de las personas que no se hallan en situación de pobreza.

Esta percepción del propio estado de salud radica principalmente en las enfermedades crónicas padecidas, que constituyen el mayor problema de salud de los países desarrollados y suponen la mayor carga económica para sus sistemas sanitarios.

Muchas de ellas tienen causas en múltiples factores, y se ven influidas por las condiciones de vida de las personas que las padecen, tanto en su origen como en su evolución. Además, todos los factores de riesgo individuales que se conocen, como son la obesidad, la falta de ejercicio físico, la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, el tabaquismo o el consumo de alcohol, entre otros, están fuertemente influidos por las características socioeconómicas de las personas, y tienen componentes fuertemente estructurales, como el nivel educativo, la clase social, el hábitat, y otros. En términos globales, padecen enfermedades crónicas el 67,6% de las personas que viven en hogares pobres, mientras que las personas que no están en pobreza las padecen en un 64,5%, y estas diferencias se mantienen para todos los grupos de edad y sexo. 

El impacto de la pandemia de la COVID-19 durante este 2020 agrava aún más las diferencias. Y ello porque la incidencia de las características socioeconómicas de las personas consideradas pobres incrementa de manera exponencial el riesgo de contagio ante el coronavirus. Y es que la pandemia no está teniendo el mismo impacto en la población, ya sea mirando la probabilidad de contagio como mirando las consecuencias sociales de quienes la padecen. Entre los factores que aumentan el riesgo se pueden destacar la imposibilidad de mantener la distancia de seguridad en hogares pequeños, las dificultades para el teletrabajo, la brecha digital o la necesidad de usar el transporte público abarrotado en horas punta, entre otros.

Si trasladamos la desigualdad al acceso a los medicamentos recetados, observamos que el 1,7% de las personas que no pudieron adquirirlos por motivos económicos estaban trabajando, frente al 8,3%, que se hallaban en una situación de desempleo. Y por nivel de clase social: el 0,9% eran de clase alta, el 2,1% eran de clase media, pero el 4,3% eran de clase baja. Y por tasa de pobreza, el 1,3% de quienes no pudieron adquirir medicamentos están en los varemos de no-pobreza, frente al 6,9% que sí forman parte de los colectivos en pobreza o en exclusión social. 

La ONG Banco Farmacéutico y el fondo social de Medicamentos

A la mejora de esta realidad se destina la actividad de la ONG Banco Farmacéutico. Cuenta con varios proyectos con los que atender a quienes tienen que elegir entre comer o medicarse, y busca visibilizar esta realidad, sensibilizar a los ciudadanos sobre ella y dimensionar su repercusión en la sociedad.  

El programa Fondo Social de Medicamentos (FSM), en el que la oficina de farmacia participa activamente, se centra en atender personas en vulnerabilidad que se veían privadas de medicación por motivos económicos.

Este programa consiste en un circuito de derivación en el que, gracias a una cultura colaborativa, se lleva a cabo una acción conjunta entre el Sistema Nacional de Salud –a través de los Centros de Atención Primaria-, las farmacias comunitarias y el Tercer Sector (la ONG Banco Farmacéutico). Desde el Centro de Salud se identifica a la persona que reconoce no poder hacer frente al copago de la medicación, y la Trabajadora Social Sanitaria hace un estudio socioeconómico con criterios objetivos según los cuales el paciente reúne las condiciones para ser beneficiario de la prestación que le ofrece el Fondo Social de Medicamentos. Una vez el paciente ha sido dado de alta como beneficiario, éste puede acudir a cualquiera de las farmacias asociadas para retirar la medicación a coste cero; y Banco Farmacéutico asume la factura resultante pagándola a la farmacia según las condiciones acordadas.

Actualmente, el Fondo Social de Medicamentos está activo y operante en las provincias de Barcelona, Zaragoza, Lleida y Comunidad de Madrid. Es inminente el inicio de su labor en las provincias de Girona, Tarragona, Teruel y Huesca, con el objetivo en el horizonte de extenderse a toda la geografía española. Banco Farmacéutico cuenta actualmente con la colaboración de más de 600 farmacias, está presente en más de 220 Centros de Atención Primaria, y ha atendido más de 7.000 planes de medicación de personas vulnerables por valor de más de 800.000 euros.

Ante la emergencia sanitaria provocada por la pandemia de la covid-19, Banco Farmacéutico puso en marcha también el Fondo Social de Emergencia y la Campaña Sanitaria de Emergencia, y que son proyectos desarrollados conjuntamente con otras entidades del Tercer Sector para poder llegar a atender a un volumen creciente de personas vulnerables con escasez de recursos. 

El farmacéutico comunitario es un agente necesario en este programa. Es más, su formación, su vínculo con el entorno social y territorial, su labor sanitaria y su vocación por la promoción de la salud y el bienestar hacen de él una figura fundamental desde muchas perspectivas.

El Observatorio de la Pobreza Farmacéutica: visibilizar, sensibilizar y dimensionar

Banco Farmacéutico decidió trasladar los datos recogidos en su atención a beneficiarios al Observatorio de la Pobreza Farmacéutica, iniciado en 2017, para su análisis y estudio. Se trata de un punto de encuentro científico y multidisciplinar especializado en la gestión del conocimiento sobre la pobreza farmacéutica, y compuesto por profesionales de reconocido prestigio. De este modo, pueden determinar indicadores que ayuden a visibilizar la realidad, sensibilizar a la sociedad, y dimensionar las consecuencias, con el objetivo a largo plazo de conseguir cambios legislativos que permitan acabar con la desigualdad que sufre la población vulnerable en el acceso a los medicamentos.

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