Además de tener unos hábitos de vida saludables, Gabriel Serrano, dermatólogo y presidente de Sesderma, recuerda que “es importante proteger la piel, ya que algunas de las alteraciones crónicas que produce el sol son el cáncer de piel, las anomalías benignas de los melanocitos y daños crónicos causados por las radiaciones ultravioleta (UV) en los queratinocitos, en los vasos sanguíneos y en el tejido fibroso, también denominados fotoenvejecimiento, que implica degeneración del tejido conectivo elástico de la piel”.
Los protectores solares están especialmente concebidos para proteger nuestra piel del sol y deben utilizarse aquellos con un factor de protección solar (SPF) adecuado. Los más recomendables tienen un factor entre 35 y 50.
Serrano revela que “en su composición, además de fotoprotección física, química y biológica, recientemente se están incorporando reparadores de los daños producidos por el sol como las fotoliasas, extraídas del plancton y que se activan con la luz visible, y endonucleasas, extraídas del micrococcus y que se activan en la oscuridad, por lo que es recomendable utilizar productos con estos activos, que además deben estar liposomados de manera que lleguemos a la diana en nuestra piel. De esta manera se consigue proteger y reparar la piel al mismo tiempo.” FV
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