Conseguir controlar la micción puede convertirse en un problema que puede continuar hasta la adolescencia. Aunque no es una enfermedad, sino más bien un trastorno común, sus consecuencias pueden ir desde la mala calidad del sueño, los desvelos, el estrés y las tensiones, hasta la disminución de la autoestima del niño, que se sentirá triste y agobiado por no poder controlar su micción.
En España, alrededor de 500.000 personas padecen este descontrol nocturno. “Generalmente este trastorno provoca malestar en el niño, que se hace más importante cuánto mayor es. Pronto aparecerán situaciones conflictivas cuando tiene que dormir fuera de casa (campamentos, casa de amigos...), porque mojar la cama genera vergüenza y también les avergüenza evitarlo llevando pañal. Los niños suelen pedir a sus padres que lo mantengan en secreto”, sostiene la pediatra, Amalia Arce.
Entonces, llega el verano, la época del año por excelencia de campamentos y actividades al aire libre, y muchos de estos niños se ven frenados a poder realizar actividades y juegos propios de su edad por miedo a que sus amigos descubran que moja la cama por la noche. No sólo mojan la cama, sino que además saben que se están perdiendo oportunidades y momentos de diversión, por lo que a la presión que sienten por poder controlar la micción nocturna, se le suman sentimientos de ansiedad, inseguridad y malestar.