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Una historia de éxito para la oficina de farmacia

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Una historia de éxito para la oficina de farmacia.El ‘storytelling’ es una herramienta de seducción que puede servir para atraer al consumidor. Con imaginación podemos hacer que el cliente se convierta en el protagonista de nuestra historia. Después de un

A estas alturas, probablemente la mayoría de vosotros estaréis pensando ya en campañas propias del otoño como la caída del cabello o la pérdida de peso, centrados en cómo diseñar un escaparate bonito y vistoso, en la decoración del interior de la farmacia con señales inequívocas para que el cliente sepa qué debe comprar, o incluso los que ya se han embarcado en el mundo digital, seguramente estarán pensando en publicar en sus redes sociales ofertas y productos para atraer clientes a la farmacia.

Realizar todas estas acciones está muy bien, sin duda, para alertar al consumidor de que ya ha llegado la época del año correspondiente, y que esos productos son los que necesita ahora y tiene que comprarlos, pero, teniendo en cuenta que es exactamente lo mismo que van a hacer el resto de farmacias de vuestro alrededor, ¿seguro que esa es la historia que queréis contarles a los consumidores?

Durante todo nuestro periodo de aprendizaje, hemos ido asimilando una serie de patrones sociales que nos indican el camino por el que debemos avanzar todos en grupo para reducir el riesgo al que estamos expuestos, lo cual no es necesariamente malo para algunos aspectos de nuestra vida, pero, sin embargo, es nefasto para otros, como es el caso del ámbito empresarial.

En los tiempos que corren, diferenciarse de los demás es una pieza clave no sólo del éxito, sino de supervivencia para cualquier modelo de negocio. Hoy en día es una prioridad entender que los consumidores están saturados de información, de propuestas comerciales y, sobre todo, de reglas establecidas que les llevan siempre al mismo punto. Como dijo el gran publicista Leo Burnett, “uno de los mayores problemas que podemos tener no es engañar a la gente, sino aburrirla hasta la muerte”.

Pues bien, si damos por hecho que engañar a nuestros consumidores significa condenar al más absoluto fracaso a nuestro negocio, ¿no deberíamos también ser conscientes de que aburrirles o, aún peor, resultarles indiferentes, nos va a llevar por el mismo precipicio?

Sigue leyendo este artículo en el número 110 de Farmaventas