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Consejo farmacéutico ante picaduras de insectos en pacientes pediátricos

Consejo farmacéutico ante picaduras de insectos en pacientes pediátricos.Durante la época estival las picaduras de insectos se vuelven protagonistas y motivo de consulta frecuente en la farmacia comunitaria. Años lluviosos, zonas con abundante vegetación,

Artículo escrito por Blanca Llácer, vocal de Dermofarmacia, Formulación Magistral del COF Alicante. Profesora del Máster en Dermofarmacia y Cosmética, y publicado en Farmaventas 162

 

Eso añadido al aumento de horas disfrutando de actividades al aire libre o el uso de vestimenta que deja al descubierto gran parte de nuestra piel, facilita aún más el ‘’éxito’’ de estos episodios. Los más pequeños de la casa suelen ser una de las dianas más apetitosas para los insectos y una de las teorías apunta a su elevada temperatura corporal. Eso unido a un sistema inmunitario inmaduro y sin desarrollar en su piel, hace que tras una picadura o mordedura se desencadenen reacciones exageradas y muy llamativas en su superficie cutánea.

En general, las picaduras de insectos suelen ocasionar una ligera molestia producida por la reacción inflamatoria que se produce cuando el sistema inmunitario cutáneo detecta un ‘’cuerpo extraño’’ en nuestra epidermis, liberando histamina y poniendo en marcha la cascada inflamatoria que genera el cuadro de picor, rubor y dolor característico. En cambio, son raras las reacciones alérgicas a las picaduras, pero se pueden dar siendo un posible problema de salud más grave, llegando en el caso de algunos venenos o toxinas a causar un shock anafiláctico e incluso la muerte. Por esa razón los padres deben conocer los signos de una infección o una reacción alérgica, para acudir a la oficina de farmacia en busca del mejor consejo farmacéutico y en caso necesario el farmacéutico derivar al especialista.

Picaduras de mosquitos

Los mosquitos, y en concreto las hembras, pican atravesando la epidermis con el objetivo principal de llegar al torrente sanguíneo con el fin de alimentarse de la sangre de su víctima, ya que necesitan las proteínas y el hierro de la misma para producir sus huevos. Al picar inoculan saliva, la cual contiene anticoagulantes que hacen que la sangre fluya más fácilmente. Y es justo en ese momento cuando empieza el ‘’festival’’ histamínico ya que comienza una respuesta inmunitaria innata que tiene como fin aislar y destruir el ‘’agente extraño’’ limitando su capacidad de diseminarse por el organismo.

Para conseguir esto se produce un aumento de flujo sanguíneo en la zona de la lesión, que causa enrojecimiento y aumento de la temperatura, aumento de la permeabilidad vascular causando edema en la zona, llegada de diferentes tipos de leucocitos y de mediadores celulares como histamina, entre otros muchos, que desencadenan la inflamación propiamente dicha. El cuadro se completa con la sintomatología de prurito y picor, que siempre acompaña al proceso inflamatorio.

Cómo prevenir las picaduras

Las recomendaciones son mantener a los niños alejados de las áreas donde más mosquitos se concentran, como las cercanas a aguas estancadas, y especialmente a primera hora de la mañana y al atardecer. Vaciar regularmente, cada 48 horas a ser posible, el agua estancada de diferentes zonas de la casa, como macetas, cubos, cubiertas de la piscina, platos de agua para mascotas, etc. Utilizar prendas que cubran en la medida de la posible gran parte del cuerpo de niños y bebés y mosquiteras en ventanas y/o sobre las camas y las cunas de bebé.

Una de las medidas más eficaces es la aplicación de repelentes tópicos, pero en el caso de la edad infantil debemos tener precaución con cuales son indicados para bebés y niños ya que no todos son aptos. En España, los productos repelentes a utilizar tienen que estar autorizados por el Ministerio de Sanidad.

En el caso de su aplicación en edad pediátrica debemos tener muy en cuenta que tenga una baja toxicidad, que sea totalmente inocuo, bien tolerado, y que no produzca irritaciones o alergias en la piel.

El ingrediente más habitual de los repelentes es la Dietil-meta-toluamida, también conocido como DEET. Es eficaz contra mosquitos, moscas y garrapatas, pero, según se ha demostrado en algunas investigaciones podría ser neurotóxico por lo que se desaconseja su uso en menores de dos años y en concentraciones superiores al 10%. Por la gran absorción cutánea que presentan y por su elevado efecto irritante, no deben aplicarse sobre piel erosionada ni heridas.

La icaridina, también conocida como picaridina, bajo el nombre INCI de hidroxietil isobutil piperidina carboxilato, muestra una gran eficacia contra diferentes insectos y es casi incoloro e inodoro, tiene una eficacia similar al DEET, y es muy bien tolerado por la piel y tiene pocos efectos tóxicos con un perfil de eficacia, seguridad y tolerabilidad muy favorable, lo que lo ha convertido en el repelente de elección para prevenir la malaria en muchos países. En condiciones de igualdad de concentraciones frente a otros productos químicos, presenta mayor duración, y por lo tanto eficacia temporal, por su menor absorción. Mantiene un 95% de eficacia repelente durante 8 horas a concentraciones del 20%. Puede utilizarse en niños a partir de los 2 años. En España se comercializa al 10 y al 20%.

El IR3535 o N-butil-N-acetil-aminopropionato de etilo es un compuesto ha demostrado tener unas propiedades cosméticas bastante satisfactorias, dado su carácter menos irritante para mucosas. Tiene una acción de duración igual o ligeramente inferior y un espectro de actividad algo más reducido que los anteriores. En España se comercializa básicamente como repelente de mosquitos para uso infantil, con unos límites de concentraciones que oscilan desde el 5 al 25%.

El citriodiol es considerado el mejor repelente natural contra los mosquitos y es el único aprobado como tal en Europa. Es eficaz frente a mosquitos europeos y tropicales, incluyendo el mosquito tigre, y también contra abejas, avispas y moscas. Es un destilado de la planta Eucalyptus citriodora que tiene un olor agradable y es bien tolerado en la piel. Su efecto puede durar hasta 7 horas y varios estudios avalan su efectividad en comparación con otros repelentes químicos como el DEET. Su uso directo sobre la piel no se recomienda en menores de 24 o 30 meses dependiendo de la concentración.

La citronela es la opción más adecuada en el caso de bebés menores de dos años. Se podría utilizar el aceite esencial de citronela, bien por difusión en la estancia o bien en preparados para aplicación tópica. La planta de citronela está compuesta por moléculas como el Citronelol, Geraniol y Cariofileno, y todos ellos desagradan a los mosquitos que terminan por alejarse de los lugares donde esté la citronela presente. La efectividad de la citronela como repelente de mosquitos también depende de su concentración, ya que solamente concentraciones entre el 5 y el 10% de este aceite esencial ofrecen una protección elevada, de alrededor del 90%, contra las picaduras de mosquito.

En el caso de necesitar aplicar también un fotoprotector solar, situación que se va a dar con frecuencia en verano y sobre todo en los más peques de la casa, debemos aplicar el fotoprotector en primer lugar y dejar pasar al menos 30 minutos para posteriormente aplicar el repelente.

Picaduras de otros insectos: avispas y abejas

Aunque las dos pertenecen al mismo grupo de insectos, las avispas y las abejas presentan diferencias importantes. El aguijón de las avispas es liso por lo que una vez que han picado pueden extraerlo con facilidad y volver a picar varias veces; sin embargo, el de las abejas es aserrado y eso hace que no lo puedan extraer del interior de la piel una vez clavado, por este motivo la abeja sólo puede picar una sola vez. Las abejas dejan el aguijón en el lugar de la picadura y mueren. Cuando se produce una picadura de estos insectos hay que alejarse rápidamente del lugar donde haya ocurrido la picadura ya que cuando pican liberan una feromona que incita a otros miembros de la colonia a picar, y si el insecto que nos ha picado es una abeja, hay que extraer el aguijón de la piel lo antes posible ya que durante un tiempo continúa inyectando veneno. No debemos hacerlo con pinzas, ni presionando ya que exprimiríamos el saco de veneno inyectándolo más rápido.

Cuando pica una abeja o una avispa puede ser que se produzca una reacción local inflamatoria, como la que hemos explicado anteriormente, pero las picaduras de estos insectos se caracterizan por la inoculación de sus respectivos venenos por lo que tienen mayor riesgo de producir reacciones de tipo alérgico.

Si aparecen reacciones en sitios diferentes del cuerpo al de la picadura es síntoma de que se está produciendo una reacción alérgica al veneno inoculado. Estas reacciones a diferencia de las anteriores son reacciones de origen inmunológico, lo que supone que el paciente es capaz reaccionar exageradamente frente a diversos antígenos, produciendo anticuerpos del tipo inmunoglobulina E frente a ellos. La reintroducción del antígeno en posteriores picaduras hace que, al contactar con su IgE específica, se desencadene el proceso alérgico de forma inmediata. Estas reacciones, a su vez, pueden ser locales o sistémicas. Estas últimas también se conocen como reacciones anafilácticas, ocurren en aproximadamente el 0,4% de la población general. Los síntomas se suelen presentar a los 15-20 minutos de la picadura o antes y generalmente, cuanto más temprana es la aparición de los síntomas, mayor es su gravedad. Pueden llegar a comprometer la vida del paciente produciendo edema de glotis, crisis asmáticas y shock anafiláctico.

Si el paciente pediátrico presenta una reacción sistémica tras una picadura de abeja o avispa, debe acudir al especialista para realizar el estudio alergológico adecuado. Tras el cual se confirmará si se trata de una alergia los insectos estudiados o no, y se dará pautas sobre el tratamiento más adecuado en cada caso.

Otras picaduras típicas del verano

En los tentáculos de las medusas hay unas cápsulas, los nemacistos, que contienen un líquido muy irritante que se inyecta en la piel por un mecanismo parecido a un muelle o resorte, dejando miles de esas cápsulas diminutas que siguen liberando veneno de la medusa en el cuerpo del paciente mientras sigan adheridos a su piel. El veneno sale de estas cápsulas cuando contacta con una superficie caliente como es la piel o también en contacto con el agua dulce. Estos estímulos son suficientes para que la cápsula se dispare y se incruste en la piel, aunque la medusa esté muerta o en trozos. Por eso nunca se debe tocar una medusa con las manos, aunque esté aparentemente muerta en la arena, ni meter en agua dulce el brazo o la zona afectada por el contacto con la medusa.

Los niños son un grupo de riesgo ante las picaduras de medusa, ya que, en proporción, para ellos la superficie de piel afectada es mayor que en un adulto, y además tienen la piel más fina y menos queratinizada, por lo que el líquido venenoso penetra mejor y más rápido a través de las diferentes capas de su ya de por si vulnerable piel.

Que hacer en el caso de que se haya producido una picadura de insecto o medusa

Tanto si la reacción que se ha producido es una simple reacción inflamatoria local como una reacción alérgica limitada a la zona el tratamiento ‘post pica’ va a ir encaminado a disminuir esa sintomatología. Para ello a día de hoy los aceites ozonizados son producto de elección, ya que en un mismo activo encontramos todas las propiedades necesarias para disminuir de forma inmediata toda la sintomatología. Los aceites ozonizados son aceites vegetales sometidos a un proceso de ozonización, por lo que el producto que se obtiene conserva todas las propiedades del ozono de partida, y existen numerosos estudios científicos que así lo demuestran. Entre ellas un elevado efecto antiinflamatorio, que disminuye hinchazón y edema, un efecto calmante inmediato, efecto reparador y cicatrizante marcado, lo cual favorece la epitelización de las pequeñas microheridas producidas tras el continuo rascado y un efecto higienizante que actúa sobre bacterias, virus y hongos, lo cual previene la sobreinfección de esas posibles microheridas. Estos aceites ozonizados son aptos desde el primer día de vida y no hay ningún problema de toxicidad por ingesta ocasional del producto. Otro dato a favor es que evitan la hiperpigmentación postlesional tan típica en las picaduras en edad infantil

Por otra parte, encontramos en el mercado preparados con aceite vegetal de caléndula, alfa-bisabolol, extracto de incienso (Boswelia carteri) o aceites esenciales como el de espliego macho, que posee efecto antiveneno y analgésico marcado, o el de menta de campo que aporta una sensación de frescor que alivia el picor. En estos casos la edad recomendada de uso puede oscilar con un inicio de 3 meses a 3 años.

En cualquier caso, y en todas estas situaciones, el farmacéutico es el profesional sanitario más accesible para toda la población y es el que mejor podrá derivar en caso de que sea necesario o aconsejar qué producto es el más adecuado en cada caso para el niño o bebé, según su edad, estado de la barrera cutánea, o insecto o animal que queramos repeler o que ya ha ocasionado la picadura.

 

 

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